Si nos preguntáramos qué es lo que puede aportar la era digital a la enseñanza de lenguas, habría que empezar haciendo una distinción entre aquellos elementos digitales concebidos directamente para la enseñanza de lenguas y aquellos que no lo están, pero que pueden ser utilizados para aprender una lengua.
Por un lado, tendríamos todos esos programas que utilizamos para crear ejercicios online, blogs de enseñanza, programas antiplagio, links a webs de temas relacionados, pizarras virtuales, etc. Además de la capacidad ilimtada de la red para almacenar todos los archivos con contenido didáctico que antiguamente se almacenaban en papel. Por lo que vemos que el mayor beneficiario del auge de las tecnologías virtuales no es el alumno ni el profesor, sino el medio ambiente.
Por otro lado, estan todos aquellos elementos tecnológicos y virtuales que, sin haber sido concebidos para la enseñanza de lenguas, proporcionan una excelente y amplia fuente de recursos en los que apoyarse. Aquí podríamos destacar; libros electrónicos, blogs de temas variados, redes sociales o videojuegos. Si bien hace unos pocos años, este grupo era infravalorado y despreciado como posible recurso para el aprendizaje de lenguas, esta infravaloración se está perdiendo rápidamente, al demostrarse de manera espontánea las posibilidades que ofrece. Hemos de recordar que el aprendizaje de una lengua se realiza de manera mucho más efectiva mediante la inmersión lingüística. Por ello, si empleamos acertadamente las nuevas tecnologías, seremos capaces de recrear ese proceso de inmersión, de forma virtual, algo que hace 20 años era muy complicado por las limitaciones espacio-temporales. Os pondré un ejemplo real, del que he sido testigo. He observado como un joven que, sin tener interés por los estudios en general, ni apenas salir de su habitación, ha alcanzado un nivel C1 de inglés en apenas 4 años, limitándose esencialmente a jugar online con una Xbox. Esto no quiere decir que sea recomendable pasarse varias horas al día jugando, pero nos muestra como podemos combinar, de forma mucho más sencilla que antes, los hobbies e intereses de una persona con el aprendizaje de una lengua.
Esta pequeña reflexión nos conduce otras. ¿Qué elementos tecnológicos y virtuales son más efectivos en aprendizaje de una lengua? ¿Cómo debo emplearlos? ¿Cuál es el equilibrio perfecto entre el uso de elementos virtuales y elementos tradicionales?